18 sept 2011

Por qué googlear al ex


Para comenzar -hay que decirlo- hay exes que no merecen ni los 0,18 segundos que a Google le toma hacer una búsqueda. Tengo uno de esos. A esos no me refiero. Me refiero a los exes decentes, que uno recuerda con cariño y respeto.
Yo tengo a Rudy (seudónimo para que sea inocuo). Lo conocí cuando era niña y mi primer recuerdo de estarme fijando en él es de cuando teníamos ocho años. Él no se fijaba en mí porque él no era una niña enamoradiza. A los niños a esa edad les gustan los legos. Rudy tenía un libro chivísima de acertijos que yo le pedí para llevar a mi casa. A la niñas como yo, nos gustaban los juegos de mesa y los libros de acertijos, pero pedíamos Barbies para Navidad porque teníamos hermanas mayores que nos presionaban para que ellas pudieran jugar, sin darse el color.
Volvamos a Rudy.
Rudy y yo crecimos cercanos, como los vecinos en barrios donde los niños salen a jugar. A los 12, yo lo quería como novio y a los 16 fue mi novio por efímeros dos meses. De grandes, luego de la universidad, volvimos y no funcionó.
Pudo haber funcionado; pero a él le gustaban más los legos.
La última vez que lo vi, me dijo que el doctor le había dicho que yo era nociva para su salud. Waw, ese es nuevo. En fin, es altamente probable que haya gente a la que al menos le cause una indigestión.
Todo esto me lleva a confesar que yo he googleado a Rudy y estoy convencida de que es necesario. Viene el por qué...

Hace unos años, tuve otro novio, Ramón. Él googleó a su ex cuando estábamos juntos. Cuando la buscó en una red social, ella salía en su foto de perfil con un bebé de dos o tres añitos, abrazándolo.

-Andre, me puse a imaginar qué sería si ese bebé fuera mío...


-Ay qué tontera. No existe el "hubiera". Eso de ponerse a hipotetizar...


-No, me refiero a que nosotros terminamos hace tres años..., ese bebé podría ser mío.


-¿Que-qué?


A partir de eso, estaba convencida de que saldría a pasear los domingos con el retoño de Ramón y con Ramón. Lo llevé de las orejas al "registrocivil-punto-geo-punto-cerre" e indagamos en qué mes había nacido a quien yo ya había apodado Ramón Junior. El niño había sido concebido tres meses luego del rompimiento entre mi ex y su ex. Sé que el tiempo es irrelevante cuando la dicha es buena, pero Ramón me explicó que el rompimiento fue total y sin visitas exconyugales posteriores.

Ahora Ramón es parte del pasado y no necesito googlearlo porque lo veo cada tanto. Pero a Rudy, ya van seis años que no sé de él.

Temo que haya tenido un hijo mío.

3 sept 2011

Alcoholímetro

Andrea y yo salimos la otra noche. No recuerdo cuándo había sido nuestra última salida como pareja. Seguro que tendríamos que ver un calendario del 2010. Cenamos y nos tomamos dos cervezas. ¡Dos birras! Eso bastó para termináramos bombeadísmos. A las 10:30 p. m. llegamos arrastrando los pies a casa.

Abrimos la puerta y la amiga Paula, quien nos sirvió de niñera, nos regañó por llegar tan temprano (como una mamá del mundo alverrés). Aquella noche dormimos la mona y roncamos la juerga.

Hace diez años, Andrea y yo nos topábamos en las inmediaciones de los bares de la U y nos saludábamos de lejos, medio ebrios, con algunas más que dos cervezas encima. Hace cinco años, cuando ligábamos, los bares cerraban y nosotros seguíamos dentro.

El alcoholímetro mide el alcohol; pero el alcohol nos mide a nosotros. Hasta para echarnos un trago hemos perdido la condición física.