¿De qué trata este blog?

Temíamos explicar esto porque no lo tenemos muy claro.
Tal vez la primera razón de ser del blog es engatuzarlo a usted con nuestra simpatía para que nos compre whoopies, lo cual es complejo. Verá, nosotros no vivimos de los whoopies. Darío y yo trabajamos en el área de derechos humanos como comunicadores. Así que las ventas de los whoopies son como ir a encargar algo donde la vecina que hace queques: hay que comenzar por decir "upe" y ver si está, preguntarle que a cuánto están, decirle que si lo puede tener para el sábado a las 8, preguntarle que si ella puede cruzar la calle para irlo a dejar o si hay que ir por él. No se trata de desmotivar las compras, todo lo contrario, el proceso tiene su encanto pero no somos una empresa, somos sencillamente unos compas que hacen una repostería tan rara como rica.
Lo siguiente, volviendo a las motivaciones del blog, es que teníamos que buscar algo qué hacer mientras los whoopies están en el horno: la bebita está durmiendo, tenemos que estar pendientes de los pasteles, no tenemos tele en el primer piso y el gato anda pedigüeño (y la atención le hace mal en ese estado).
Finalmente, es nuestra obligación decirle que no hablaremos siempre de whoopies pero siempre estaremos horneando y las fotos serán de ellos. Así que es posible que hablemos de por qué los carros se parquean en las aceras y a continuación, vean unos whoopies parqueados en nuestro mesa del comedor.
Todo esto (whoopies incluidos) no es más que una excusa para olvidarnos de aquellas cosas que pesan con los días: ser periodistas, la caída del pelo en el postparto y haber aumentado nuestra cursilería en un altísimo porcentaje desde agosto del 2010 (a los cínicos nos va muy mal el ser cursis, pero con una bebé como la nuestra es inútil resistirse).
Alguien podría decir que no es más que la crisis de los 30. Es posible, pero queremos ver qué pasa cuando una excusa toma vida y se trasviste de proyecto.