16 may 2011

10 may 2011

Sobre la persistencia de dios

Un chico contó en Modern Love del NYTimes lo difícil que le era tener sexo con su novia, por ser su ascendencia cristiana a ultranza de Indonesia y él, la primera generación gringa, criado parcialmente por la serie Tres por Tres (Full House). Cada vez que intentaba desterrar la virginidad de sus veinte, veía a su mamá en el cuarto en donde estaba con su ansiosa novia, Sam.
Hablaba con un amigo del "efecto del sándwich de jamón". Su amigo musulmán, quien era también la primera generación estadounidense, decidió comer cerdo a pesar de lo que toda su vida le habían inculcado su papá y mamá. Vomitó. Pero a fuerza de nuevos sándwiches pudo seguir haciéndolo sin sentir que se iría al infierno.
Ayer soñé que estaba separada de Darío y me gustaba un cantante nacional (llamémoslo Omar Briceño). Omar me echaba el cuento fuertemente y yo le coqueteaba de vuelta. En eso, mi mamá irrumpía en la escena, mientras Omar me hacía cosquillas, y me decía en un tono sentencioso (que usó frecuentemente durante mi adolescencia): "Andrea, usted ahora es una mamá y ya no está para esas cosas".
Pensé, entonces, en lo bien que mis sueños conocen a mi mamá y en mi propio sándwich de jamón. Mi familia es católica semipracticante. Estuve en un colegio religioso toda la vida. Y ahora, pues no sé, no creo que haya dios alguno. A ver, no es como se lee. No quiero debatir al respecto, no es un argumento desafiante para cualquier creyente que esté leyendo. Es sencillamente algo que despacio se ha ido destejiendo en mi corazón.
Lo primero fue la vida eterna. Mmmmno me suena razonable. Para comenzar creo que los seres humanos no somos especiales, así que en un eventual cielo deberían estar las hormigas y las bacterias del yogurt que hemos matado. Y como suena absurdo, creo que prefiero la teoría de que el día que nos vamos, nos fuimos.
Esa idea me atormentó mucho tiempo. No me quería morir. ¿Quién querría? Ni un creyente quiere, aún con la promesa de que allá es más chiva.
Luego vino la idea de que un ser nos está vigilando/cuidando no era muy probable. Finalmente le dije chao a la idea, sin pataletas pero sí con un poco de decepción. ¿Y ahora quién podrá ayudarnos?
Después vino una sensación de extrema tranquilidad. En el fondo, siempre estuve muy brava de que existiera un dios que no quería presentarse. El que no existiera hizo que no tuviera por qué enojarme.
Ahora, volviendo al sándwich. Yo "vomito" a menudo al comérmelo. La última vez que tembló comencé con el "santo dios, santo fuerte..." Desde que nació Julia hago algo que la gente llamaría rezar: "Ay, por favor, que nunca le pase nada malo a esta bebita". Y ahora cuando puse que no creía en dios en este post se me pusieron las manos frías. Un creyente diría que mi fe sigue ahí pero no..., es solo la fuerza de la repetición. Sí hay hartas pruebas de la persistencia de dios.
Un día de estos Darío me compartió un ensayo de Obama que fue publicado por Time. Habla de como él, nacido de mamá "atea" (tengo problemas con el término pero...) ha ido experimentando con distintas creencias hasta desembocar en la cristiana. Sin embargo, que su camino no ha sido una vía de certezas, que aún lo asaltan todo el tiempo las dudas.
Entonces, pensé que qué necedad la de uno de estar tratando de encajar en la taxonomía de la fauna circundante. Que seguramente muchos pasamos gran parte de nuestra vida fluctuando entre el agnóstico, el ateo, el escéptico, el apático y el portamí; ah y el creyente.
No me gusta cuando alguien me trata de convencer de que Jesús, quien vivió hace más de 2000 años, me ama, pero de corazón agradezco los buenos deseos panderetas: dioslacompañe, diostebendiga, diosteayudecon..., etc. Me gusta recibir los buenos deseos, en cuenta, las bendiciones.
Es posible que siga "vomitando" de vez en cuando y no tengo prisa por cambiar eso. Cantar en el fregadero las canciones de misa que me recuerdan a abuela Chala, lo que me gusta que me den la paz en un boda o en una vela y cuando le envío un mensaje a la nada para que me proteja a la beba, todo eso no es parte de mis creencias pero sí es parte de lo que soy.
El problema es que no me gusta la iglesia o la religión pero me encantan los ritos, lo cual me hace, probablemente, radioactivamente blasfema. Me gustaría que Julia tuviera una especie de bautizo, con el nombramiento de padrinos, arroz con pollo y frijolitos molidos. Después de todo, eso es lo que sí tenemos por seguro, el arroz con pollo, los frijolitos, las reuniones familiares..., y claro, nuestros propios "sándwiches de jamón".

Whoopies de Food Network.
La pereza acecha a nuestros fotógrafos últimamente.