13 ago 2011

Uno para todos, todos contra una

Llega una hora en la borrachera cuando los varones empezamos a delirar con que nos une una lealtad de acero. Somos los tres mosqueteros que se abrazan con los tres chiflados. Ubiquémonos en una madrugada de quince años atrás. Antes de caer en coma etílico, D’Artagnan le dice a Curly:
–Mae, es que usted se pierde. Apenas consigue novia usted se desaparece y después, cuando le patean el culo, sí que lo está llamando a uno. Recuerde que las viejas vienen y van, pero los compas siempre estamos ahí, güevón.
En perspectiva, aquella era la manera más parecida de ser homosexual a lo mero macho, de ser gay emocional. Bro’s before hoe’s. La lógica de la época decía: “Me gustan las mujeres, pero son los amigos quienes me entienden. Las mujeres son peligro y los amigos, seguridad”.
Cuando estaba en edad de entrar al colegio cometí el error de dejar que me matricularan en uno solo de varones. Yo envidiaba secretamente al compa que tenía amigas, aunque públicamente le cayéramos encima y en montón: “Qué mae más playo: anda solo con viejas”. Yo, mientras, entraba en estado catatónico cuando le debía hablar a una mujer, así fuera la pulpera.
Con los años se fue disipando el miedo (que es de lo que estamos hablando aquí con demasiadas palabras).
Después de tantos años, uno se sigue abrazando con los amigos; pero también se ha dado cuenta de que no hace falta abrazarse para buscar fuerza contra las mujeres. Ellas no son las diablas que el psicoanalista espanta con un palo. Las mujeres fatal quedan lindas en las novelas de Raymond Chandler pero, en la vida real, lo más posible es que no existan más que la Tulevieja.
Noticias recientes hacen sospechar que, para muchos hombres, estos miedos no se mueren con el acné. Las fantasías de mujeres que devoran hombres todavía se insinúan sin vergüenza por tipos de pelo en pecho y micrófonos potentes. Suenan las alertas y creemos que hay que cerrar filas –uno para todos y todos para uno– y decirles “tápense” y “no se alejen demasiado de casa”. ¿Y los varones? Somos divinos, obviamente, nadie nos manda a hacer nada.
Bueno, mientras veíamos a Moe y a Aramis cantando Ingrata abrazados a una botella de Cacique, el siglo XXI llamó y nos dejó un recado: “Queremos ir para adelante, no atrasen”.