10 abr 2012

El activismo cómodo

Un profesor de publicidad nos decía que la cerveza Imperial era la opción "safe" para explicar que la gente escogía esa marca porque no decía nada sobre ellos y ellas. Yo tomo Pilsen, me imagino que eso dice que soy marimacha o que aspiro a ser una vaquerita...
Mucha gente toma Imperial y seguro que por muchas razones, entre ellas, que es "safe".


No entiendo el repunte de la lucha contra el maltrato animal. A ver: estoy en contra de la violencia, en cuenta en contra de los bichos. Tengo un gato, se llama Ani y lo quiero y me saca de quicio por partes iguales. Me angustia terriblemente cuando Julia, de año y medio, le jala la cola; hasta eso. Traducción: No soy Cruela de Vil. Incluso fui vegetariana por siete años, hasta el quinto mes de mi embarazo porque, verdaderamente, en mi corazón los seres, todos, somos importantes.

La protección animal es el activismo "safe" y no hablo de la gente de los refugios y las asociaciones que dan su tiempo y trabajo por eso. Hablo de la gente sentadita que comparte imágenes de animales torturados y de algunos menos que decidieron ir a una marcha. Pero, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar? Diay pues hasta donde llegue la marcha.

La gente quiere comprometerse pero menos que un poquito. Puede poner un bicho malherido en Facebook para que uno lo vea en ayunas y se asuste pero hasta ahí. La frase hecha de la ocasión es: "Es que todo en extremo es malo".  ¿Cuál es el extremo?

Dejar de comer carne o incluso evitarla está fuera de toda discusión, lo dice alguien a quien vieron raro por siete años. Si uno pregunta, todo el mundo "casi nunca" come carne y tiene unos compromisos a medio cocinar que se rompen según la ocasión y la conveniencia. ¿Qué tal les parecería si posteara un cerdo siendo sacrificado para Navidad? ¿El cerdo es menos tierno que el perro? (Si su respuesta es "sí", tiene que ver Babe, el puerquito valiente).

Lo del maltrato animal es sencillamente la manera de escoger algo con lo que nadie estará en desacuerdo. Ni los torturadores de mascotas se atreverán a decir una palabra.  Lo que me angustia es que las luchas políticas incómodas no van con nadie ya.  La feministas somos anacrónicas y amargadas. Los activistas gay son bochornosos.  Los estudiantes son chancletudos vagazos. La gente detesta a quienes protestan, aunque sus luchas sean legítimas, porque los atrasaron para llegar al trabajo.

Hablando de animales, hay un grupo de activistas que se llama Guerrilla Girls que se visten de gorilas para hacer intervenciones en protesta de la baja representación de las mujeres en el arte. Las Guerrilla Girls recomiendan incomodar.  Esa es la gotita de sabiduría de hoy: métase en problemas, contradiga al jefe y a la suegra, levante la mano en esa clase llena de autocomplacencia, sea la piedra en el zapato de los conservadores. Diga, haga, pelee, contradiga, enfrente, muestre que el dueño de la mano que sostiene la Imperial tiene una opinión.

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